sábado, 22 de mayo de 2010
Changoburguer!
Sigo con mi crónica del fin de semana y mis reflexiones sobre los fenómenos socioculturales de principios de siglo. Hoy toca: LA COMIDA. Para alguien que viene de un país donde mucha gente, pero mucha, vive en condiciones cercanas al subdesarrollo, el culto a lo gastronómico tiene algo de mal gusto, de colmo de la banalidad. Si tuviera que hacer una foto de la decadencia, pondría una de esas catas de vinos donde “caldos” de más de cien euros, son escupidos con aire de concentración intentando diferenciar uno de otro. Mientras los programas de cocina, los restaurantes pesudosofisticados, las cursillos, los libros, los woks se multiplican como una plaga, asistimos a una revolución total de las costumbres! Qué me decís de lo habituales que se han convertido los tomates cherry y las lechugas de roble! ¿Es que no es evidente que el mundo se mueve sobre nuestros pies? Al hilo de esto, el domingo disfruté de lo máximo que me puedo permitir de ferra adriá. Este señor asegura ser capaz de combinar la fórmula de la comida rápida con la calidad de la alta cocina. El experimento no está mal logrado. El entorno de un moderno-catalán y de un minimalismo muy aparente. La comida excelente como no podía ser de otro modo. Lo curioso es que alguna parte del cerebro de los que disfrutaban allí de su hamburguesa “deluxe” estaba echando de menos la salsa pringosa e insana que, advine usted que lleva, que añaden los chicos del macdonals a sus macmenús.
Nota: a todos los que me leen y no escriben, seguiré buscando el tema, la clave, el resorte que os lleve a intervenir (del tipo: “será gili el mono este”). Facu me alegraste el día de ayer, gracias.
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