sábado, 22 de mayo de 2010

Changonieve


Madrid, enero de 2006, sufriendo los devastadores efectos del cambio climático? una amiga mía muy del norte, dice que odia a la gente que le encanta la nieve, en la ciudad matiza, esos gilipollas que salen en la tele alucinados porque han caído dos centímetros de polvo en sus meridionales pueblos y arrejuntan tres metros de capó de cohe para hacer una minúscula bola. Dice ella que esos gilipollas no se han levantado con 25 centímetros de nieve dura, congelada por el frío de la noche, han aguantado un debate sobre la seriedad de la nevada y se han puesto en marcha a las ocho de la mañana por las empedradas y embaldosadas calles de una ciudad con casco histórico, camino del colegio, esquivando las bolas de los retrsados mentales de los colegios de chicos que dentro de las putas bolas metían trozos de hielo, porque así como comprenderán los no iniciados, hacen un daño que te cagas. Otro dato que me da esta chica: la nieve moja, moja pero de narices, o sea que lo que se te queda así como algodocitos pegados en los guantes y en el pelo es agua, agua jodidamente fría. En fin yo es la primera vez que veo nevar, porque los chimpancés como yo somos de climas cálidos y a mí me parece una cosa muy bonita. Sobre todo si gracias a mi tamaño puedes moverte en calcetín a modo de funda nórdica y pasar el resto de la tarde sentado en el radiador riéndote de los pelos de los invitados a la "fiesta" de los Goyas. Ni que decir tiene que yo no he ido al colegio.

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