Este fin de semana me he vuelto a enamorar. Esta es una instantánea de nuestra primera toma de contacto. He aquí la mujer perfecta, guapa, delgada, de dedos largos, simpática, ingeniosa y colocada en una multinacional japonesa. Esta chica tiene un vaio, como el de mi idolatrado Takeshi, un coche japonés y un montón de mandos a distancia en su casa. Además no entiende a los japoneses, como yo. La pobrecita es del Madrid por tradición cultural pero yo creo que con unas buenas influencias podría acabar reconduciendo sus gustos futbolísticos. Ahora debe estar en un cubículo en su parque empresarial de la moraleja organizando la tercera generación de móviles. Esperemos que la calidad técnica de sus teléfonos sea mejor que la de sus anuncios, que deja las campañas de Son simón a la altura de los de Nike en la Superbowl. Como es muy responsable no verá este mensaje hasta que llegue a casa, pero desde aquí le mando un mensaje de apoyo, a ella y a los que tardan dos horas de atasco en volver a casa. ¿Cuándo empezamos las clases de japonés?
(Nota para mí: insistir con Rob, reiterar amenzas, estoy hablando en serio)
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