domingo, 16 de mayo de 2010
Changohio!
Sigo con las aventuras de un chino fuera de China! Al llegar a la estación de un pequeño pueblo lleno de decorados de películas de la Edad Media, nos vino a buscar una chica muy mona (la de la foto, que por motivos profesionales prefiere quedar en el anonimato). Tenía un coche rojo que parecía un deportivo, pero que no era, y hacía ruidos raros. Como no tenía cinturón de seguridad adaptado para monos pequeños y a mi me gustan las emociones fuertes, preferí ponerme ahí para no perderme nada, además tenía un buen panorama hacia abajo en caso de aburrimiento. Nos llevó por una ruta estrecha y sin necesidad de GPS, solo con su desarrollado sentido de la orientación, a una pequeña montañita, con árboles pequeñitos, por lo menos comprados con los de China. Así conseguimos evitar a gente vestida de blanco con pañuelos de colores chillones que no paraban de andar por la calle tocando instrumentos ridículos, mientras los otros transeúntes los miraban como diciendo mira que majos. Vi coches extraños, tuneados con poco gusto, con dibujos pésimos de los pitufos, furgonetas cortadas, coches descapotados, un despropósito. En mitad del bosque estaba la clásica gente que se dedica a servir bebidas a otra gente y a cobrarles por ello. Allí en mitad de los árboles comimos una cosa negra que se deshacía y nos trataron con la sequedad que me explicaron es habitual allí. Me gustaron los árboles.
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